El Camino de Santiago es el nombre que se le da a un conjunto de rutas de peregrinación cristiana que se dirigen a la tumba de Santiago, apóstol de Jesús, situada en la catedral de Santiago de Compostela en la provincia de La Coruña (Galicia).
Hacer el Camino de Santiago era una idea que los participantes de AVIVA habían planteado, pero hacía falta la iniciativa del equipo de profesionales para llevarla a cabo. Y así lo hizo Laura, a quien se sumó Darío. Los dos empezaron a trabajar en el diseño y adaptación del camino afrontando el gran reto. A esta aventura se sumó Santi, voluntario de AVIVA y la persona que faltaba para formar este trio imparable, al que se sumaron seis peregrinos llenos de ilusión.
Después de semanas de preparación, llegó el momento de vivir una experiencia única que a continuación describimos brevemente:
Salimos de Salamanca el 12 de abril dirección a Tuy, donde comenzaríamos la primera etapa al día siguiente. En Tuy aprovechamos para conocer el pueblo, cruzar la frontera con Portugal y prepararnos para comenzar el camino. Fue un día muy emocionante y cargado de muchos nervios.
Primera etapa: Tuy-Redondela. Comenzamos la peregrinación y según íbamos avanzando, fuimos conociendo la realidad del camino. El día estaba planteado para hacer algunos kilómetros por la mañana y otros por la tarde. La primera parte del camino, para algunos, ya empezó a ser dura, teniendo que dividirse el grupo según las necesidades y ritmos individuales. Paramos a comer para después comenzar la etapa de tarde, nos costó mucho continuar, aún así, completamos los 21 kilómetros. La experiencia de la primera etapa llevó al grupo a decidir hacer el resto de las etapas por la mañana y finalizarlas antes de comer.
Segunda etapa: Redondela-Pontevedra. Fue un día de muchas cuestas y desniveles, y tras la experiencia del día anterior, pensábamos que alguno de los peregrinos no finalizaríamos la etapa. Sin embargo, lo volvimos a conseguir, hicimos los 20,5 km. Comenzaron a aparecer las ampollas, dolores, cansancio… hasta la posibilidad de abandonar, pero el ambiente del camino y el ánimo de los demás peregrinos del camino nos hizo terminar la etapa deseando que llegara el tercer día y ver qué nos esperaba. Hacer la etapa de mañana nos había funcionado y además teníamos nuevos amigos de Cuenca, Segovia, Alemania…
María tuvo que hacer un alto en el camino y volver a Salamanca por motivos familiares. Tanto María como el grupo lo sentimos mucho, pero ahora teníamos un motivo aun mayor para llegar a Santiago, hacerlo por nuestra amiga María.
Tercera etapa: Pontevedra-Caldas. Comenzamos a madrugar más, esto nos ayudaba a avanzar parte del camino antes de desayunar. Mientras caminábamos experimentamos todo tipo de climatología, nos hizo solazo, de repente se puso a llover, de golpe granizo… pero aún así, seguimos adelante con mucha ilusión, fue una etapa que disfrutamos mucho. Hicimos 21km.
Cuarta etapa: Caldas- Padrón. Fue la etapa más dura. A las 6 de la mañana comenzamos la etapa, era de noche y diluviaba. Teníamos que ir con linternas en la cabeza, el chubasquero, paraguas… el camino estaba lleno de agua y nuestros pies muy mojados. Era el penúltimo día y sentíamos que lo íbamos a lograr. Todos los días, antes de irnos a descansar compartíamos las experiencias del día, pero ese día fue diferente a los demás, estábamos a punto de conseguirlo y esto nos emocionaba enormemente, lloramos y lloramos, de felicidad, de orgullo… por haber conseguido superar cada etapa y sentir tan lleno el corazón.
Quinta y última etapa: Padrón- Santiago de Compostela. Teníamos tantas ganas de llegar como ganas de que el camino no terminara, por eso disfrutamos con cada paso. Nos llovió toda la mañana, pero ni si quiera nos dimos cuenta, la lluvia formaba parte del camino y también aprendimos a disfrutarla. Cuando vimos a lo lejos Santiago, se nos cayeron las primeras lágrimas… la emoción caminaba con nosotros y al llegar a la plaza del Obradoiro además de la catedral de Santiago, nos esperaban nuestros amigos de Segovia, que nos recibieron con alegría y aplausos. Éramos un mar de lágrimas y es que estábamos felices y orgullosos, ¡lo habíamos conseguido! El camino nos ha regalado tanto… y a tantas personas… especialmente nos ha regalado a Esther, una amiga de verdad, que el camino también la convirtió en corazón AVIVA. Es difícil recoger con palabras tantas experiencias y emociones, ha sido pura felicidad, porque…
¡Un paso más siempre es posible!
Éramos nueve. Nueve personas, nueve mochilas llenas no solo de ropa, sino de miedos, dudas e ilusiones. Empezamos nuestro Camino de Santiago desde Tuy sin saber realmente lo que nos esperaba, pero con una certeza que nos impulsaba: estábamos ahí para superarnos.
Elsa, María, Laura, Carmela, Santi, Víctor, Mateo, David y Darío emprendimos esta aventura sin saber que, más allá de los kilómetros, íbamos a recorrer un camino interior mucho más profundo. Cada uno con su historia, con su mochila interior, con incertidumbre… pero con la misma meta.
El Camino no discrimina, no limita, no juzga. Nos iguala a todos. A cada paso, el grupo fue madurando, y nosotros, creciendo como personas. Cada kilómetro fue único, cada lágrima, cada risa, cada silencio compartido se volvió un pequeño tesoro que solo nosotros podemos entender y guardar.
El clima nos puso a prueba: lluvia, granizo, cansancio y dolor. Pero también nos dejó una enseñanza que llevaremos grabada para siempre: “Un paso más siempre es posible”.
María tuvo que dejarnos a mitad del trayecto, pero en nuestro corazón, caminó con nosotros hasta Santiago. Su presencia fue constante, su fuerza nos empujó.
Elsa fue la imagen misma de la superación. Su valentía, su lucha, su sonrisa… nos dieron lecciones a cada paso.
Lau, nuestra protectora, nos cuidó con cada palabra y gesto. Supo hacer fácil lo que parecía imposible.
Carmela sacó su lado más generoso y solidario, muchas veces priorizando al grupo antes que a sí misma.
Santi fue ese apoyo silencioso pero constante. Siempre atento, siempre con una sonrisa, fue el pegamento que mantuvo al grupo unido.
Víctor, pura alegría. El chamán de la lluvia y de la risa, capaz de borrar cualquier tristeza con su buen humor. Nuestra batería de energía positiva.
Mateo, incansable. No hubo cuesta que no pudiera subir, ni ánimo que no pudiera levantar.
David, siempre motivado, siempre sonriendo, con una energía tranquila que nos acompañó hasta el último paso.
Darío, original Peter Pan que hace todo posible, con un humor muy particular que alegra caminos y une corazones.
Esta experiencia nos ha marcado. Ya no somos los mismos que salimos de Tuy… hemos aprendido, crecido, cambiado, creído… porque el Camino no solo nos llevó a Santiago… nos llevó a nosotros mismos. ¡BUEN CAMINO, PEREGRINO!.
Gracias equipazo de peregrinos, por abrir nuevos caminos desde el corazón AVIVA, por defender la igualdad de oportunidades, por convivir… y sí, ¡un paso más siempre es posible!.